sábado, 26 de diciembre de 2015
domingo, 20 de diciembre de 2015
lunes, 7 de diciembre de 2015
El pescador y la sirena
En una isla de la costa norte de Alemania vivía, hace muchísimos
años, un pescador muy pobre. Había perdido a su esposa y solamente le
quedaba un hijo varón. Al sentirse viejo y cansado,
llamó a su hijo y le dijo:
-Hijo mío, siento que pronto voy a morir. Ya sabes que no puedo dejarte nada más que mi vieja barca y que siempre me he negado a que fueras pescador como yo. Sin embargo, debo pedir tu ayuda.
-Pide lo que quieras, padre.
-Hace poco descubrí la existencia de una sirena que vive en los arrecifes que se encuentran al oeste de nuestra isla. La he vigilado a lo largo de los últimos meses. Es muy hermosa, posee una voz encantadora y , además, luce unos collares con las perlas más bellas que un humano haya visto jamás. Finalmente sé cómo actúa, y puedo asegurar que esta endiablada criatura es la culpable de los naufragios que asolan nuestra costa. Cuando ve acercarse un barco, empieza a cantar y hace brillar al sol las maravillosas perlas de sus collares. Los marineros y los pescadores que la ven o escuchan su voz se vuelven locos. Así es cómo zozobran sus barcos y mueren muchos de sus tripulantes.
El joven escuchaba el relato, asombrado y asustado por los peligros que había corrido su padre, sin que nunca se lo hubiera dicho ni él hubiera sospechado nada.
-Hijo mío, siento que pronto voy a morir. Ya sabes que no puedo dejarte nada más que mi vieja barca y que siempre me he negado a que fueras pescador como yo. Sin embargo, debo pedir tu ayuda.
-Pide lo que quieras, padre.
-Hace poco descubrí la existencia de una sirena que vive en los arrecifes que se encuentran al oeste de nuestra isla. La he vigilado a lo largo de los últimos meses. Es muy hermosa, posee una voz encantadora y , además, luce unos collares con las perlas más bellas que un humano haya visto jamás. Finalmente sé cómo actúa, y puedo asegurar que esta endiablada criatura es la culpable de los naufragios que asolan nuestra costa. Cuando ve acercarse un barco, empieza a cantar y hace brillar al sol las maravillosas perlas de sus collares. Los marineros y los pescadores que la ven o escuchan su voz se vuelven locos. Así es cómo zozobran sus barcos y mueren muchos de sus tripulantes.
El joven escuchaba el relato, asombrado y asustado por los peligros que había corrido su padre, sin que nunca se lo hubiera dicho ni él hubiera sospechado nada.
-¿Qué quieres que haga? -preguntó.
-Tu misión será alertar a los pescadores y a los marineros para que no se acerquen a estos arrecifes. Sin embargo, debes ser prudente, porque no estoy seguro de hasta dónde llega el poder de esta sirena. Además, deberás buscar la manera de impedir que perjudique a nadie más.
El hijo le prometió que intentaría cumplir sus deseos. Pasaron los días, y una mañana, al ir a despertarlo, el joven vio que el anciano pescador había abandonado este mundo mientras dormía.
Después de enterrar a su padre, el muchacho decidió recorrer los pueblos de la isla para pedir a los pescadores y los marinos que no se acercaran a los arrecifes. Sin embargo, nada decía de la sirena y de sus collares de perlas.
-¿Qué peligros encierran los arrecifes del oeste? -preguntaban algunos.
-Nadie lo sabe -contestaban otros-. Lo cierto es que desde que este joven ha puesto sobre aviso a los pescadores y a los marineros, ningún barco ha vuelto a naufragar en esta costa.
El muchacho sabía que debía ahuyentar a la sirena si quería mantener a salvo a los navegantes para siempre. Así pues, día tras día se acercaba al arrecife para ver si la descubría. Escondido bajo las rocas, buscaba la entrada de las grutas; pero pasaban los días y no encontraba ningún rastro. Una tarde, cuando ya iba a darse por vencido, vio que asomaba un libro debajo de una piedra. Lo tomó en sus manos y, como no sabía leer, iba a dejarlo en el mismos sitio, cuando oyó unos gritos a sus espaldas:
-Tu misión será alertar a los pescadores y a los marineros para que no se acerquen a estos arrecifes. Sin embargo, debes ser prudente, porque no estoy seguro de hasta dónde llega el poder de esta sirena. Además, deberás buscar la manera de impedir que perjudique a nadie más.
El hijo le prometió que intentaría cumplir sus deseos. Pasaron los días, y una mañana, al ir a despertarlo, el joven vio que el anciano pescador había abandonado este mundo mientras dormía.
Después de enterrar a su padre, el muchacho decidió recorrer los pueblos de la isla para pedir a los pescadores y los marinos que no se acercaran a los arrecifes. Sin embargo, nada decía de la sirena y de sus collares de perlas.
-¿Qué peligros encierran los arrecifes del oeste? -preguntaban algunos.
-Nadie lo sabe -contestaban otros-. Lo cierto es que desde que este joven ha puesto sobre aviso a los pescadores y a los marineros, ningún barco ha vuelto a naufragar en esta costa.
El muchacho sabía que debía ahuyentar a la sirena si quería mantener a salvo a los navegantes para siempre. Así pues, día tras día se acercaba al arrecife para ver si la descubría. Escondido bajo las rocas, buscaba la entrada de las grutas; pero pasaban los días y no encontraba ningún rastro. Una tarde, cuando ya iba a darse por vencido, vio que asomaba un libro debajo de una piedra. Lo tomó en sus manos y, como no sabía leer, iba a dejarlo en el mismos sitio, cuando oyó unos gritos a sus espaldas:
-Devuélvemelo. Es mío. Si te lo llevas, recibirás tu merecido.
Era la sirena que nadaba furiosa hacia él.
-¡Vaya, por fin apareces! Este libro debe de ser muy importante para ti, si no, no estarías tan furiosa.
Dándose cuenta de que el libro debía de contener fórmulas mágicas que la sirena empleaba para encandilar a los navegantes, el muchacho lo agarró fuertemente y se alejó saltando entre las rocas, seguro de que ella no podría seguirlo si no era por el mar.
-Devuélveme el libro. Te daré todas las perlas que quierasss...
Cuando se encontró a salvo, examinó las páginas atentamente, pero no pudo descifrar ninguno de los signos que contenía.
-¿Conoces a alguien por los alrededores que sepa leer? -preguntó a un viejo pescador.
-En aquella pequeña isla que hay delante del arrecife vive una muchacha que sabe leer -le dijo.
Al amanecer del día siguiente, subió a la barca de su padre y, alejándose todo lo que pudo de las rocas del arrecife, se dirigió a la isla. Era tan pequeña que en ella vivían solamente tres o cuatro familias. Le costó poco encontrar a la muchacha que buscaba y, en cuanto la tuvo delante, la encontró tan hermosa que se enamoró de ella de inmediato.
-¿Podrías leerme este libro? -le preguntó.
-Ya sé quién eres. He oído hablar de ti. Previenes a los pescadores y a los marineros para que no se acerquen al arrecife y perezcan encantados por esta malvada sirena.
La muchacha se sentó y tomó el libro entre sus manos.
-Está escrito en un lenguaje extraño -dijo al fin-. Me costará descifrarlo.
-¿Cuánto crees que tardarás?
-Déjame unos días. Dentro de una semana, encenderé una pequeña hoguera en la playa por la noche. Será la señal para reunirnos y leer el libro.
El muchacho esperó pacientemente, y cuando llegó el día acordado, cruzó el espacio de mar que lo separaba de la pequeña isla así que vio el resplandor de las llamas. Día tras día, la muchacha le mostraba cómo descifrar el lenguaje y los signos del libro y juntos buscaban la manera de acabar con la sirena y sus hechizos.
Era la sirena que nadaba furiosa hacia él.
-¡Vaya, por fin apareces! Este libro debe de ser muy importante para ti, si no, no estarías tan furiosa.
Dándose cuenta de que el libro debía de contener fórmulas mágicas que la sirena empleaba para encandilar a los navegantes, el muchacho lo agarró fuertemente y se alejó saltando entre las rocas, seguro de que ella no podría seguirlo si no era por el mar.
-Devuélveme el libro. Te daré todas las perlas que quierasss...
Cuando se encontró a salvo, examinó las páginas atentamente, pero no pudo descifrar ninguno de los signos que contenía.
-¿Conoces a alguien por los alrededores que sepa leer? -preguntó a un viejo pescador.
-En aquella pequeña isla que hay delante del arrecife vive una muchacha que sabe leer -le dijo.
Al amanecer del día siguiente, subió a la barca de su padre y, alejándose todo lo que pudo de las rocas del arrecife, se dirigió a la isla. Era tan pequeña que en ella vivían solamente tres o cuatro familias. Le costó poco encontrar a la muchacha que buscaba y, en cuanto la tuvo delante, la encontró tan hermosa que se enamoró de ella de inmediato.
-¿Podrías leerme este libro? -le preguntó.
-Ya sé quién eres. He oído hablar de ti. Previenes a los pescadores y a los marineros para que no se acerquen al arrecife y perezcan encantados por esta malvada sirena.
La muchacha se sentó y tomó el libro entre sus manos.
-Está escrito en un lenguaje extraño -dijo al fin-. Me costará descifrarlo.
-¿Cuánto crees que tardarás?
-Déjame unos días. Dentro de una semana, encenderé una pequeña hoguera en la playa por la noche. Será la señal para reunirnos y leer el libro.
El muchacho esperó pacientemente, y cuando llegó el día acordado, cruzó el espacio de mar que lo separaba de la pequeña isla así que vio el resplandor de las llamas. Día tras día, la muchacha le mostraba cómo descifrar el lenguaje y los signos del libro y juntos buscaban la manera de acabar con la sirena y sus hechizos.
Pero la sirena espiaba al muchacho, oculta entre las rocas, y no le pasó desapercibido su interés por la bella joven.
Una noche, el muchacho salió a la playa y escudriñó la oscuridad por si distinguía algún resplandor. No imaginaba que la sirena, aunque sin el libro que le confería mayor poder, todavía recordaba fórmulas para convocar a las fuerzas de la naturaleza. Había llamado a la neblina, y esta cubrió en un momento la isla de la joven, de manera que el muchacho no podía ver el leve centelleo de la pequeña hoguera.
Mientras él se preguntaba qué debía hacer, la sirena se acercó sigilosamente a la playa y, cuando la joven metió sus pies en el agua, extrañada a su vez por aquella repentina niebla, y atisbando el horizonte por si veía la barca del muchacho, la sirena le arrebató el libro de las manos y la fulminó con los rayos de su mirada, dejándola tendida en la arena.
Al desaparecer la neblina, tan repentinamente como había surgido, el joven vio el débil resplandor que provenía de la pequeña isla. Temiendo lo peor, corrió a su barca y remó con todas sus fuerzas.
La muchacha yacía inerte en la arena. El joven la tomó entre sus brazos y lloró amargamente toda la noche. A la mañana siguiente, los pescadores vieron atónitos que en su pequeña playa había un muchacho y una joven abrazados y convertidos en roca, y que en los ojos del muchacho, las lágrimas se habían convertido el perlas, tan preciosas como las de los collares que lucía la sirena de los arrecifes.
Fin
Cuento popular de Alemania
Una noche, el muchacho salió a la playa y escudriñó la oscuridad por si distinguía algún resplandor. No imaginaba que la sirena, aunque sin el libro que le confería mayor poder, todavía recordaba fórmulas para convocar a las fuerzas de la naturaleza. Había llamado a la neblina, y esta cubrió en un momento la isla de la joven, de manera que el muchacho no podía ver el leve centelleo de la pequeña hoguera.
Mientras él se preguntaba qué debía hacer, la sirena se acercó sigilosamente a la playa y, cuando la joven metió sus pies en el agua, extrañada a su vez por aquella repentina niebla, y atisbando el horizonte por si veía la barca del muchacho, la sirena le arrebató el libro de las manos y la fulminó con los rayos de su mirada, dejándola tendida en la arena.
Al desaparecer la neblina, tan repentinamente como había surgido, el joven vio el débil resplandor que provenía de la pequeña isla. Temiendo lo peor, corrió a su barca y remó con todas sus fuerzas.
La muchacha yacía inerte en la arena. El joven la tomó entre sus brazos y lloró amargamente toda la noche. A la mañana siguiente, los pescadores vieron atónitos que en su pequeña playa había un muchacho y una joven abrazados y convertidos en roca, y que en los ojos del muchacho, las lágrimas se habían convertido el perlas, tan preciosas como las de los collares que lucía la sirena de los arrecifes.
Fin
Cuento popular de Alemania
Ninfas y Selkies
Una definición simple de biodiversidad o diversidad biológica podría ser la variedad de vida, incluida la diversidad a nivel de genes, especies y ecosistemas. Asunto que tambien podemos ver en la historia de las sirenas.
Ninfas: Las ninfas, a pesar de vivir en el agua, no tienen cola de pez. En apariencia se asemejan a los seres humanos, sin embargo, poseen una belleza exquisita y tienen una fuerte atracción erótica. Las ninfas se distinguen en base a su hábitat. Por lo tanto, además de las ninfas de agua existen ninfas de los bosques, ninfas de los prados, ninfas de montaña y más. Encargadas de proteger su respectivo territorio ya que están conectadas el.
En parentesco con las sirenas tenemos a las ninfas de agua, que se distinguen en los siguientes tipos:
Ninfas de mar > Nereidas y Oceánidas
Ninfas de río y lagos > Ondinas
Ninfas de las fuentes > Náyades
Selkies: Hay una variedad de sirenas que se presenta en forma de selkies, de mujeres-focas. En las islas Shetland se les representaba como unas jóvenes muy hermosas que se revestían con una piel de foca para sumergirse en el fondo del océano.
Cuando se encuentran en tierra, deben tener cuidado en no perder esta piel, a riesgo de no poder regresar a su habitad liquido.
Estos seres fantásticos son eternamente focas una parte del tiempo, pero en ciertas épocas, especialmente la noche de San Juan, acuden a la orilla, abandonan su piel de foca y aparecen en forma de mujeres magnificas y perfectamente formadas.
Si un hombre encuentra una de estas pieles de foca y la esconde en su casa, tiene bajo su dominio a la mujer-foca, que entonces se ve impedida a reintegrarse a su elemento marino. Generalmente, acepta vivir con el hombre, cuidar de su casa y darle hijos, pero si un día encuentra su piel de foca, se la pone de nuevo y regresa para siempre al fondo del océano.
http://muchoscuentos.jimdo.com/cuentos-para-imaginar-1/el-pescador-y-la-sirena/
http://sirenass.blogspot.com.ar/
Cookmaid with Still Life of Vegetables and Fruit
'Cookmaid' and market scenes, popular in the seventeenth century, evolved in the Low
Countries from a genre practised by Pieter Aertsen (c.1533-c.1573)
and his pupil Joachim Beuckalaer, which combined contemporary kitchen
scenes with a New Testament episode beyond. Bacon could have seen such
works on a visit he made to
the Low Countries in 1613.
An inventory of 1659 connected to the will of the artist's wife lists 'Ten Great peeces in Wainscote of fish and fowle &c done by S:r Nath: Bacon' (quoted in Gervase Jackson-Stops, ed., The Treasure Houses of Britain, exhibition catalogue, National Gallery of Art, Washington, DC 1985, p.140). Two other 'Cookmaid' pictures are known to exist: Cookmaid with Still Life of Game and Cookmaid with Still Life of Birds, both in the possession of the artist's descendants. The Tate's work is possibly part of this group. Such groups were often intended to depict the four seasons or the twelve months of the year. In the case of this piece, however, although every item represented in the painting was grown in England at the time, not all would have been in season simultaneously. Bacon, according to a letter dated 19 June [1626], was growing melons at his estate in East Anglia, and he was known to have a keen interest in horticulture. The subject would most likely have had erotic connotations. The abundance of ripe melons surrounding the cookmaid echo her voluptuous cleavage.
Painted by Nathaniel Bacon in the 1620s. It hangs in the Tate gallery in London. I make no apology for this early picture as it is such a great painting and shows what is thought to be common clothing still current in the 1640s. The cookmaid is dressed in a smock, edged with simple lace around the neck, with what looks like a petticoat in the style that has a low cut upper body section either sewn or laced in to the skirts below. She also has some fabric sleeves seemingly pinned over the sleeves of her linen smock, and very smartly dressed hair, which would normally be the preserve of a higher status woman. I wonder if this is a real cook maid smartened up, or someone playing a role. Note that if she was going out, rather than sitting coquettishly by the window, she would wear a waistcoat to hide her “modesty”.
The vegetables that appear in the picture, although they would never be all in season at the same time, (making this still life somewhat of a fantasy picture) are also worth a look. Amongst the selection (Bacon was also a keen gardener, or maybe more properly horticulturalist) are some rather modern looking cabbages, (or coleworts as they were also known), artichokes,, some nice purple carrots (the orange variety is a modern cultivar), parsnips, turnips, onions, marrows, pumpkins, apples, pears, plums and figs. I’m sure I’ve missed some, there are so many different types.
Cookmaids
http://www.the-athenaeum.org/art/detail.php?ID=138751http://www.tate.org.uk/art/artworks/bacon-cookmaid-with-still-life-of-vegetables-and-fruit-t06995/text-summary
http://www.tate.org.uk/art/artworks/bacon-cookmaid-with-still-life-of-vegetables-and-fruit-t06995/text-catalogue-entry
https://the1642goodwyfe.wordpress.com/2012/12/18/cookmaid-with-still-life-of-vegetables/
http://bjws.blogspot.com.ar/2013/10/preparing-harvest-1600s-food-cooking-in.html
An inventory of 1659 connected to the will of the artist's wife lists 'Ten Great peeces in Wainscote of fish and fowle &c done by S:r Nath: Bacon' (quoted in Gervase Jackson-Stops, ed., The Treasure Houses of Britain, exhibition catalogue, National Gallery of Art, Washington, DC 1985, p.140). Two other 'Cookmaid' pictures are known to exist: Cookmaid with Still Life of Game and Cookmaid with Still Life of Birds, both in the possession of the artist's descendants. The Tate's work is possibly part of this group. Such groups were often intended to depict the four seasons or the twelve months of the year. In the case of this piece, however, although every item represented in the painting was grown in England at the time, not all would have been in season simultaneously. Bacon, according to a letter dated 19 June [1626], was growing melons at his estate in East Anglia, and he was known to have a keen interest in horticulture. The subject would most likely have had erotic connotations. The abundance of ripe melons surrounding the cookmaid echo her voluptuous cleavage.
Painted by Nathaniel Bacon in the 1620s. It hangs in the Tate gallery in London. I make no apology for this early picture as it is such a great painting and shows what is thought to be common clothing still current in the 1640s. The cookmaid is dressed in a smock, edged with simple lace around the neck, with what looks like a petticoat in the style that has a low cut upper body section either sewn or laced in to the skirts below. She also has some fabric sleeves seemingly pinned over the sleeves of her linen smock, and very smartly dressed hair, which would normally be the preserve of a higher status woman. I wonder if this is a real cook maid smartened up, or someone playing a role. Note that if she was going out, rather than sitting coquettishly by the window, she would wear a waistcoat to hide her “modesty”.
The vegetables that appear in the picture, although they would never be all in season at the same time, (making this still life somewhat of a fantasy picture) are also worth a look. Amongst the selection (Bacon was also a keen gardener, or maybe more properly horticulturalist) are some rather modern looking cabbages, (or coleworts as they were also known), artichokes,, some nice purple carrots (the orange variety is a modern cultivar), parsnips, turnips, onions, marrows, pumpkins, apples, pears, plums and figs. I’m sure I’ve missed some, there are so many different types.
Cookmaids
http://www.the-athenaeum.org/art/detail.php?ID=138751http://www.tate.org.uk/art/artworks/bacon-cookmaid-with-still-life-of-vegetables-and-fruit-t06995/text-summary
http://www.tate.org.uk/art/artworks/bacon-cookmaid-with-still-life-of-vegetables-and-fruit-t06995/text-catalogue-entry
https://the1642goodwyfe.wordpress.com/2012/12/18/cookmaid-with-still-life-of-vegetables/
http://bjws.blogspot.com.ar/2013/10/preparing-harvest-1600s-food-cooking-in.html
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