John De Andrea nacido en Denver, Colorado el 24 de noviembre de 1941, es un escultor estadounidense.
Asociado con la escuela de arte fotorrealista. De Andrea es conocido por sus extremadamente realistas esculturas de polivinilo representando figuras humanas.
Considerado por la crítica internacional como el padre del Hiperrealismo en
el campo de la escultura. Desde que esta nueva concepción artística
surgiera en Estados Unidos, en la década de los años sesenta, John de Andrea ha
sido calificado como el pionero y maestro tanto de generaciones
posteriores como contemporáneas a él, pues todavía hoy en día ningún
otro artista ha conseguido superar la calidad técnica de sus esculturas y
el asombro que producen en el espectador.
Desde sus primeras obras es apreciable el interés del artista por la
figura femenina, y en particular por el desnudo, en lo que, según él
mismo explica, es una búsqueda de la belleza perfecta, de lo que él
entiende por belleza. Este es el motivo por el que sus esculturas
siempre han sido relacionadas con la escultura clásica griega, con la
única diferencia de que John de Andrea es más real que ideal, representando normalmente a sus figuras femeninas tal y como las ve, con todos sus defectos, como un realista contemporáneo pero con reflexiones clásicas.
En un primer momento de su trayectoria De Andrea
representa a sus modelos normalmente de forma individual, de pie y
mirando directamente al espectador, pero a largo de los años éstas han
evolucionado en actitudes y poses, pasando a aparecer sentadas, en grupo
y con mirada pensativa. Igualmente ocurre con la técnica pues si al
principio las esculturas eran realizadas en bronce a éste vino a sumarse
el polivinilo, materiales con los que sigue trabajando actualmente. Ya
sea en un material u otro, todas ellas están realizadas a partir de un
modelo, destacando la existencia de determinadas zonas que han sido
modeladas directamente por el artista.
En ese complejo proceso de creación la fase más importante es sin duda
el acabado final, realizado a partir de óleo en una interminable
sucesión de veladuras, que consiguen dotar a las esculturas de una
verdadera piel, que además queda completada por pelo natural. Un sin fin
de diferentes capas de color cuyo resultado final es el de la visión de
una mujer desnuda o una escultura, pues ante semejante perfección
técnica el espectador no sabe distinguir a una de la otra. El primer
contacto visual que se produce con estas esculturas es tan impactante
que únicamente parecen carecer de la respiración que John de Andrea desearía para ellas.
http://losvalientesduermensolos.blogspot.com.ar/2010/08/john-de-andrea.html
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