Un virus letal ha destruido a la civilización humana. Parece que el responsable de la creación y liberación del mismo fue el llamado Ejército de los Doce Monos, organización creada por Jeffrey Goines, el hijo de un virólogo multimillonario. Sólo unos pocos seres humanos han logrado sobrevivir a la catástrofe, escapando de la superficie de nuestro planeta.
Cole es un preso que es obligado a realizar exploraciones a la superficie. Allí recopila pruebas, animales pequeños como arañas, que permitan a los científicos recopilar pistas y datos sobre cómo vencer al virus. Al volver de una de esas misiones se le presenta la oportunidad de conmutar su condena si accede llevar a cabo una misión más arriesgada y peligrosa: Viajar al pasado, antes de la liberación del virus, para recoger pruebas que permita la salvación de la especie humana.
Sin embargo, la máquina del tiempo falla y Cole es enviado a una fecha anterior en el tiempo. Tomado por un loco, es ingresado en una institución psiquiátrica.
Realidad y locura
¿Está Cole loco? Esta pregunta recorre toda la película. Se supone que los científicos eligieron a Cole porque tenía una mente firme y disciplinada. En 1990, cuando es ingresado en el psiquiátrico, él era muy consciente de su misión. Pero lógicamente, explicar que procedes del futuro, y que estás en 1996 para salvar al mundo, no son argumentos que pueden convencer a un psiquiatra. Las drogas suministradas en la institución mental tampoco ayudan.
¿Son útiles esas instituciones y esas terapias? El sistema psiquiátrico estadounidense, al menos el reflejado en esta y en otras tantas películas -y no será realmente muy diferente-, parece a todos los efectos una cárcel de gente que necesita ayuda. Almacenados y drogados para que no molesten a los de fuera.
Jeffrey Goines, ingresado en el mismo pabellón lo tiene muy claro: No están ingresados por estar locos. Están ingresados por culpa del Sistema. No son productivos. No son consumistas. Y por eso los tildan de locos y los encierran.
Semmelweis
No será la única reflexión interesante del papel interpretado por Brad Pitt. También demostrará que la acusación de locura también depende de otros muchos factores.
Y pone el ejemplo del Dr. Semmelweis. Antes de que Pasteur descubriera los microbios, Semmelweis demostró empíricamente que la higiene personal podía salvar vidas humanas. Sobre todo la higiene personal de los doctores. Sus colegas no le perdonaron lo que interpretaban como una acusación de negligencia y asesinato. Así, en su día Semmelweis fue tildado de loco por los demás médicos. Murió olvidado y deprimido. Hoy, el loco es aquel que no cree en la existencia de los microbios.
Por supuesto existen las enfermedades mentales. Y en muchísimos casos el tratamiento químico es indispensable para tratar al paciente. Pero la situación que sufre la psicología y la psiquiatría en la sanidad pública no ayuda, ni muchísimo menos a dar una mejor imagen a las instituciones mentales.
Por otro lado, Doce Monos no niega la existencia de los microbios como podría deducirse del monólogo sobre el Dr. Semmelweis. Basta con comprobar que el virus que destruye a la mayoría de la humanidad es muy real.
Locura a través del tiempo
Siguiendo el hilo de la película, Cole será rescatado por los científicos de su tiempo y se le dará una segunda oportunidad. Pero los viajes en el tiempo adelante y atrás irán afectando a su cerebro. Además, la psiquiatra Railly, doctora de Cole en 1990 y a la que secuestra en 1996, tratará de demostrarle que todo lo relacionado con el fin de la humanidad es una alucinación producida por una mente enferma.
Como vemos la locura es un aspecto esencial de la película. Distintos trastornos se sucederán por los fotogramas. Un paciente del psiquiátrico se autodiagnosticará con un "estado de divergencia mental". Cole será diagnosticado como enfermo de "esquizofrenia paranoica". La propia doctora Railly será acusada de sufrir "síndrome de Estocolmo" al defender públicamente a Cole.
La dictadura de la ciencia
No seré yo quien cuestione a la ciencia y a los científicos. Hace mucho que quedó atrás el cliché de "científico loco" que quiere dominar el mundo. Sabemos que los científicos sufren la mismas presiones que sufrimos los demás, presiones económicas, ideológicas, políticas...
Doce Monos, en cambio, si lanza una acusación clara y directa a la "dictadura de la ciencia". Los psiquiatras son los que deciden si somos locos o estamos cuerdos. Ellos deciden ingresarte en las instituciones mentales. Incluso clamar que no estás loco puede ser interpretado como un signo inequívoco de que sí lo estás. Pero además es un científico el que crea el virus letal, y es otro científico el que lo libera. Por último, son los científicos los que gobiernan el mundo de pesadilla del futuro.
La propia liberación de los animales perpetrada por el Ejército de los Doce Monos es un símbolo del rechazo a la experimentación con los animales.
La posición, no obstante, no es rotunda. La coprotagonista es también psiquiatra y en la escena final, una de las científicas del futuro viaja al pasado para conseguir la muestra pura del virus.
Casandra
Si la locura y la dictadura de los científicos es una de las patas de Doce Monos, la otra pata es la, sin duda, el complejo de Casandra y la imposibilidad de alterar el destino.
Casandra, hija de los reyes de Troya, era una poderosa adivina, pero el dios Apolo, resentido porque Casandra le rechazaba, la maldijo: conservaría sus poderes de adivina, pero nadie la creería nunca. La frustración y el dolor causado al predestinar la caída de Troya, entre otras desgracias, la enloquecería.
Es un mito sobre la venganza de los hombres y el sufrimiento de las mujeres. Pero también es la constatación de que ninguna fuerza puede vencer al destino. Los científicos encargan a Cole recopilar información, pero nos vamos dando cuenta de que ha sido la propia intromisión en el pasado del protagonista la que va desencadenando los acontecimientos. Es Cole el que mete en la cabeza de Jeffrey la idea de crear el Ejército de los Doce Monos. Las pintadas y llamadas telefónicas que los científicos muestra a Cole, serán realizadas por el propio Cole y por la doctora Railly. Etc.
El pasado no se puede cambiar, el viajero del tiempo ha hecho lo que ya estaba destinado a hacer. Así si el Cole de niño no reconoce al Cole adulto, no es porque la historia haya cambiado. El que ha cambiado es él, como explican viendo Vértigo.
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